UN DRAMA PARA
BUSTER KEATON
EL DESPERTAR. Título original: The Awakening. Año: 1954. País: Estados Unidos. Director: Michael McCarthy. Intérpretes: Buster Keaton (el hombre), James Hayter (jefe), Carl Jaffe (el ataleador), Lynne Cole (La Niña), Geoffrey Keen (supervisor), Christopher Lee (el ladrón), Douglas Fairbanks Jr. (él mismo), Lily Kann (La Landlady). Guión: Lawrence B. Marcus, basado en un relato de Nikolai Gogol. Fotografía: Kenneth Talbot. Música: Bretton Byrd. Producción: Lance Comfor. Duración: 26 minutos.
Hasta hace poco se ignoraba y se ignora todavía la carrera televisiva de Buster Keaton contándonos unicamente sus cameos cinematográficos, los cuales eran breves e indignos de su estrella. Salvo excepciones, claro. El despertar, es un telefilme de la serie Douglas Fairbanks Presents, protagonizado por nuestro idolatrado cineasta en un papel distinto. No intenta hacernos reír sino pensar. Ignorada por los historiadores aquí hablaremos de esta ignota interpretación.
El despertar es una versión libre de un relato de Nikolái Vasílievich Gógol conocido como Nicolás Gógol (Soróchintsy, Gobernación de Poltava, 20 de marzo jul./ 1 de abril de 1809greg. – Moscú; 21 de febrero jul./ 4 de marzo de 1852greg). De hecho este telefilme recuerda las distopias de Aldous Huxley (Un mundo feliz) y George Orwell (1984), obras que muestran un futuro terrible dominado por una cruel dictadura. un mundo que refleja una crítica al estalinismo o a Alemania Nazi. En aquella época era muy frecuente temer estas sociedades futuras repletas de maldad y alienación.
Keaton como actor dramático es estupendo. Un actor sobrio, de gestos comedidos. No recurre a la sobreactuación. En el reparto nos encontramos a Christopher Lee, entonces un actor oscuro que no había encontrado al conde Drácula que le dio encasillamiento y fama. Lee es un actor versátil que ha hecho de todo aunque jamás le reconocieron sus méritos.
El telefilme es una curiosidad, pero también un buen descubrimiento. Vale la pena buscarlo por internet. Demuestra que la carrera posterior a su fama, Buster Keaton no fue tan desdichado como nos han hecho creer.