El caso Erich Oswald

LA SOMBRA DE HITCHCOCK

Hace ahora treinta años viví una desagradable experiencia sobre un film que me fue arrebatado y provocó mi enemistad con un personaje muy «amado» en los blogs de cine fantástico.
Este hecho me inspiró mi primera novela que apareció con sus lógicas deficiencias bisoñas y sus errores de novato. Con el tiempo aprendí a escribir mejor, a depurar mi estilo y a ofrecer mejor calidad narrativa.
La Sombra de Hitchcock  trata de un endiosado cineasta que boicotea a un novel por egolatría y prepotencia, éste se venga en un rodaje de terror de un filme de mala calidad en donde aparece un asesino real que el egocéntrico personaje había creado.
Al aparecer la novela muchos cineastas se sentían identificados porque se encontraron con personajes similares. En la novela adopta el nombre de Erich Oswald (verdadero nombre de Erick Von Stroheim, un cineasta genial pero que era célebre por su megalomanía y su desatado egocentrismo) pero para muchos profesionales tenáin otros rostros y otros nombres. «Ese personaje existe» me comentó Francesc Rovira Beleta antes de fallecer.
Muchos profesionales del mundo del cine o de la literatura se han encontrado con esos personajes que utilizan su vida para amargar a los demás. Gente que siempre va de productora en productora para enterarse de lo que se cuece y si alguien presenta un proyecto se apresuran a hundirlo.
Son los llamados fracasados profesionales, la gente mediocre sin ningún talento ávida de venganza por imaginarias afrentas.
Cuando colaboré con una editorial dedicada al cine, que editó mi libro El cine erótico, aparecido en noviembre de 1994, el mismo personaje que aludo que entonces tenía un cargo público llamó a la editorial para presionarla y desprogramara mis siguientes títulos (El cine cómico, El cine de misterio y El cine de Drácula) amenazando con un boicot en la prensa.
El fenecido escritor Terenci Moix pasó también por tan mal trago. La Generalitat se puso en contacto con su editor para afearle que publicara libros de un renegado. Es decir un catalán que escribía en castellano, algo que para los funcionarios de esta institución era toda una afrenta.
La editorial para la que trabajé no pagaba derechos de autor a nadie y los escritores nunca veíamos un céntimo pese al contrato en donde se nos prometía remunerar nuestros trabajos.
Los escritores acudimos a los tribunales que utilizaron nuestras denuncias como papel higiénico y sólo dos escritores iscariotes apoyaron al editor.
En agosto del 2005 sufrí un triple infarto que me dejó en las puertas de la muerte, pero lo pude superar. Jorge Juan Adsuara, director de FantCast (el festival de cine fantástico de Castellón) me visitó y se encontró con el material inédito de un libro que sufrió el susodicho boicot.
En abril de 2007 El cine de Drácula vio la luz aunque en una edición restringida. Se intentó una versión lujosa por parte de una editorial madrileña pero entró en escena uno de los dos iscariotes aludidos más arriba. Primero con una pataleta en los foros cinéfilos y después con sus eternas llamaditas disuasorias. La editorial se echó atrás y el libro no vio la luz en su versión comercial.
Muchos profesionales me hablan de casos similares. El caso de la serie Cuéntame denunciado por la actriz Pilar Punzano, se habló alguna de vez de grabar un documental para tirar de la manta y poner en evidencia a esta gente amargada que sólo vive para destruir carreras ajenas. Desgraciadamente este proyecto tampoco ha visto la luz.

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