En Blu-Ray por favor 11: De frente, marchen

BUSTER KEATON
HABLÓ CASTELLANO

Conchita Montenegro y Buster Keaton

Es sabido que el gran Keaton, en los años 20 consiguió lo más granado de su carrera. De ello se habla en Diario de Cine en varios escritos.
BIOGRAFIA DE BUSTER KEATON LOS MEJORES AÑOS DE BUSTER KEATON
LOS PEORES AÑOS DE BUSTER KEATON

Así mismo hablamos de varias cintas como LAS TRES EDADES, EL MAQUINISTA DE LA GENERAL, FREE AND EASY / ESTRELLADOS, RECLUTAS, LAS CALLES DE NUEVA YORK, y otras más.
Su mejor época fue el sonoro y muy inferior es la sonora por varias razones. En cierto modo al trabajar con el corsé de la Metro perdió su magia. Los cambios de gusto del público contribuyeron también y la mala fe de los caciques de la productora del león y sus personalismos.
Pocas películas sonoras se salvan de la quema y entre ellas Reclutas, ya aludida. Uno de los grandes triunfos de la Metro con Sally Eilers, Cliff Edwards, Edward Brophy.
Costumbre de la época era rodar réplicas en castellano por no haberse inventado el doblaje.
Así Keaton se aprendió los diálogos en castellano aunque muchas veces usaba una pizarra para leer los textos. Sus compañeros hispanos fueron Conchita Montenegro, Romualdo Tirado, Juan de Landa, Victor Potel, Martin Garralaga, Francisco Madrid, Hans von Morhart, Gabry Rivas, Rosita Granada, Lolita Méndez.
Co-director fue el catalán Salvador de Alberich.
Salvador Algueró de Alberich nació en Mora de Ebro (Tarragona) en el fatídico 1898 que tanta oleada de pesimismo trajo a España. Falleció en Nueva York en el 1959. Cuando tuvo lugar la eclosión del cine sonoro marchó a Hollywood contratado para traducir al castellano los guiones de películas norteamericanas como Estrellados y De frente, marchen ambas con Buster Keaton.
La primera cuenta cómo era el Hollywood de la transición al sonoro,y la segunda cuenta las vivencias de Keaton en su participación en la Primera Guerra Mundial. En ambos títulos, Alberich dirigió algunas secuencias junto al director original, Edward Segdwick (Eduardo Segdwick en los títulos de crédito hispanos).

De frente marchen, según críticos de la época, era muy superior a Estrellados aunque tenía sus errores como que se notaba que Keaton leía los textos en una pizarra porque no era capaz de memorizarlos en un idioma que no comprendía. Por otra parte la chica era Conchita Montenegro, una actriz donostiarra que obtuvo gran relevancia en su época. Desgraciadamente su matrimonio con un diplomático español la retiró de las pantallas prematuramente y no desarrolló su carrera en su totalidad.
Por las imágenes de arriba presumimos que la secuencia del espectáculo ha sido modificada. Si en la original había una danza apache, en la réplica hispana vemos decorados de tema español. Conchita Montenegro aparece vestida de torera. Desgraciadamente la película se perdió y no hay forma de visionarla,pero si apareció el Drácula de George Melford ¿porqué no las que nos ocupa?
Otra adaptación de Alberich en Hollywood fue Wu Li Chang (1930) de Nick Grinde y Carlos F. Borbosque. El protagonista era de Tarragona, Ernesto Vilches, que sustituía a Lon Chaney padre. Resulta curioso este título porque es una versión hablada en castellano de un éxito del cine mudo que no tenía pues diálogos y que son originales de Alberich.
Tras escribir La fruta amarga (1931) regresa a España y otro guión suyo vio la luz, El secreto de Ana María (1936) su debut oficial como director en los gloriosos Estudios Orphea, sitos en Barcelona, ciudad que se había convertido en la primera productora mundial de cine hablado en castellano. Nuevos ideales (1936) y El deber (1936) son otros dos títulos rodados para la misma productora pero por desgracia en la actualidad son desconocidos por las nuevas generaciones.
Durante la República, Alberich fue inspector de cine en la Generalitat de Catalunya. Había aprendido mucho en Hollywood y también en Joinville, París, donde supervisó algunos rodajes de la época. Pero la guerra civil arruinó completamente su carrera y en 1938 tuvo que escapar a los Estados Unidos para no acabar ante un paredón de fusilamiento. Durante el resto de su vida trabajó poniendo voz a unos noticiarios de la Fox, Fox Movietone News, aunque cambiando su nombre por el de Alfredo de Mora para evitar represalias políticas.
Buster Keaton, Sally Eilers y Conchita Montenegro


CONCHITA MONTENEGRO

Concepción Andrés Picado, conocida cómo Conchita Montenegro, (San Sebastián; 11 de septiembre de 1911 – Madrid; 22 de abril de 2007), modelo, bailarina y actriz española. Abandonó su ciudad natal a los diez años para trasladarse a Madrid, donde comenzó a formarse y se fueron desarrollando sus cualidades interpretativas. Siendo aún adolescente marchó a París para asistir a clases de danza y arte dramático que recibió en la Escuela del Teatro de la Ópera.
Rodó su primera película en 1927, La muñeca rota, dirigida por Reinhardt Blotner. Después llegarían  Rosa de Madrid (1927) de Eusebio Fernández Ardavín y Sortilegio (1927), de Agustín de Figueroa.
En 1929 rodó La mujer y el pelele (1929) de Jacques de Baroncelli, basado en la famosa novela de Pierre Louÿs (1870 –1925), donde Conchita rodó uno de los primeros desnudos bailando flamenco desnuda pero mostrado con mucha sutileza apareciendo su imagen reflejada en una botella.
Llegó a Hollywood en 1930 sin saber nada de inglés, idioma que aprendió sobre la marcha. Se cuenta que rodó una prueba con Clark Gable, uno de los galanes de moda,  y se negó a besarle dejando atónito al mismísimo Lionel Barrymore que empezó a interesarse por ella.
Consiguió un contrato con la Metro Goldwyn Mayer. Tenían prisa para lanzarla pero su inglés era muy pobre. Conchita trabajó primero en las réplicas hispanas de los éxitos de Hollywood como De frente, marchen junto a Buster Keaton. Incluso se insinuó un romance entre ambos y posteriormente rodó películas en inglés, que por fin dominó, como Cisco Kid, gran éxito de la temporada, y Never the twain shall meet (1931), de W.S. Van Dyke.
En esta última cinta, traducida al castellano como Prohibido, trabajó por primera vez Montenegro con quien se convertiría en uno de los hombres más importante de su vida, el protagonista de Lo que el viento se llevó, Leslie Howard. A pesar de que a la donostiarra se le atribuyeron romances con Charles Chaplin, Buster Keaton, Edgar Neville y Charles Boyer, entre otros galanes, fue el inglés quien le dejó profunda huella. Vivieron un apasionado romance, en el que la diferencia de edad —ella tenía 19 años, él era un cuarentón—, no fue ningún obstáculo.
Leslie Howard,el Pimpinela Escarlata del cine británico, era asimismo espía británico que trabajaba para el Gobierno de su país. En octubre de 1940 tuvo lugar el encuentro de Hitler con Franco en Hendaya y el primer ministro Winston Churchil decidió enviar un mensaje al dictador español utilizando al famosísimo actor que sería bien recibido en El Pardo por la cinefilia del entonces Jefe del Estado. Conchita Montenegro, gracias a sus contactos, intervino para conseguir  la entrevista.
Howard se ofreció para interpretar a Cristobal Colón en un film histórico sobre el Descubrimiento de América, pero aprovechó la entrevista para transmitir el mensaje del premiere británico que pidió a Franco que no hiciera caso de homólogos alemanes e italianos y no entrara en la Segunda Guerra Mundial. Franco inmediatamente declaró la neutralidad de España en la contienda haciendo regresar a la División Azul del frente soviético.
Tras cumplir su misión, el espía volvía al Reino Unido el 1 de junio de 1943 en un avión civil (Ibis) cuando cazas alemanes, que escoltaban por aire un submarino, abrieron fuego, haciendo que su avión se estrellara cerca de las playas gallegas de Cedeira.
Conchita Montenegro se hundió moralmente por la muerte de Howard y nunca más fue la misma.
En 1942 volvió a España para rodar Rojo y negro y en 1944 su última película Lola Montes dirigida por Antonio Román. Posteriormente se retiró del cine apartándose de la vida pública rigurosamente. Nunca concedía entrevistas y rechazaba toda clase de homenajes. Murió por causas naturales en 2007, a los 96 años, olvidada por el público español.
Se la considera una de las mujeres más bellas de nuestra cinematografía y convendría hacerle justicia algún día, revisar su obra y hablar de sus películas… Pero lo dejo para mejor ocasión.
No he visto todavía su versión de Lola Montes, pero sí Rojo y negro, filme de Carlos Arévalo, estrenado en 1942, auténtica propaganda falangista que sin embargo fue prohibida por el Régimen político que pretendía defender. Llegó a mis manos un artículo hablando de este título y la curiosidad me picó. No acostumbro ver cine español de esa época y menos con la temática de la Guerra Civil. Es sabido que el público patrio le reprocha a nuestra cinematografía esta fijación por la fratricida contienda. Un tema siempre espinoso y desagradable. La vi por curiosidad y por conocer a la estrella de entonces, Conchita Montenegro, que por cierto tiene en su filmografía títulos mucho más atractivos que éste.

Me encuentro con rostros populares de la primera TVE que ví allá por los sesenta, aquí rejuvenecidos. Ismael Merlo hecho un galán cuando siempre le veía de mayor. Antonio Moreno y José Sepúlveda, intérpretes que eran muy habituales en aquel tiempo.
Lo que más sorprende de esta película es su audacia narrativa. Aquel plano secuencia de la checa del convento de las Adoratrices rodada en un gran decorado que muestra todas sus dependencias, escaleras incluidas. La cámara iba de habitación en habitación mientras los actores recitaban sus diálogos que eran reflexiones del momento que les tocaba vivir.
La historia central es una historia de amor entre un comunista (Ismael Merlo) y una falangista (Conchita Montenegro) mostrada como una mujer independiente, firme, alejada del estereotipo que imponía el Régimen de aquel tiempo.
Música chirriante, interpretaciones temperamentales. Al cabo de tres semanas de proyección el filme desapareció misteriosamente y de él nunca más se supo hasta que cincuenta años después apareció una copia y fue restaurada aunque la copia que he visionado dejaba mucho que desear por no haberse limpiado el sonido. Rojo y negro se merece su descubrimiento. Carlos Arévalo (1906 – 1989), su director, un quijote de nuestra industria que se estrelló contra los molinos de viento del mangoneo y la golfería. El cine español maltrata a sus cineastas, los relega a la marginación y al olvido. Todo está en manos de vividores sin escrúpulos. Pero siempre han salido francotiradores que han rodado cine especial y antológico como el que nos ocupa.

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