Cine e Historia 21: Alexander Nevsky (1938)

OBRA MAESTRA DE EISENSTEIN

ALEXANDER NEVSKY. Título original: Aleksandr Nevskiyaka. Año: 1938. País: Unión Soviética (URSS). Dirección: Sergei M. Eisenstein. Reparto: Nikolay Cherkasov (Aleksandr Nevsky), Nikolai Okhlopkov (Vasili Buslai), Andrei Abrikosov (Gavrilo Oleksich), Dmitriy Orlov (Ignat – Maestro armerro), Vasili Novikov (Pavsha – Gobernador de Pskov), Nikolai Arsky (Domash Tverdislavich – a Novgorod Boyar), Varvara Massalitinova (Amelfa Timoferevna – Madre de Buslai), Valentina Ivashova (Olga Danilovna – una doncella de Novgorod), Aleksandra Danilova (Vasilisa – una doncella of Pskov), Vladimir Yershov (Von Balk – Gran Maestro de la Orden Teutónica), Sergei Blinnikov (Tverdilo – Alcalde traidor de Pskov), Ivan Lagutin (Anani – un monje), Lev Fenin (El Arzobispo), Naum Rogozhin (El monje de capucha negra). Guion: Sergei M. Eisenstein, Piotr A. Pavlenko. Música: Sergei Prokofiev. Fotografía: Eduard Tissé (B&W). Duración: 112 minutos. Artkino.

San Alejandro Nevski (ruso: Александр Ярославич Невский, Aleksandr Yaroslávich Nevski; Pereslavl-Zaleski, c. 1220 – Gorodets, 14 de noviembre de 1263), príncipe de Nóvgorod (1236), de Kiev (1246) y de Vladímir-Súzdal (1252-1263), fue un líder ruso y santo de la Iglesia ortodoxa rusa, hijo del Gran Duque Yaroslav, quien gobernaba en Nóvgorod, y una devota mujer llamada Teodosia. Luchó contra los suecos, teutones y tártaros que amenazaban Nóvgorod.
Fue canonizado en 1547, como san Alejandro Nevski, por la Iglesia ortodoxa rusa y su festividad se celebra el 6 de diciembre.

Sergei Prokofiev es autor de las siguientes piezas musicales: Pedro y el lobo para narrador y orquesta (1934), Romeo y Julieta (ballet, 1936), la ópera Guerra y paz (1946), la Sinfonía n.º 5 (1945), la suite El teniente Kizhé (1933) y Alejandro Nevski (cantata, 1938, para la película del director soviético Sergéi Eisenstein, también destaca su trabajo musical para la película Iván el Terrible, del mismo director).
En el año 1948, Andréi Aleksándrovich Zhdánov, presidente del Soviet supremo de la URSS y creador de una férrea censura estética, artística e ideológica, persiguió a Prokofiev por su música demasiado «cacofónica» para su gusto. Su esposa Lina fue acusada de espionaja y llevada a un campamento de trabajos forzados.
Segei M. Eisentein fue otra víctima de la censura de este personaje que viene a demostrar que en la Unión Soviética también había paletos en el poder.

Aunque la mayoría de los historiadores consideran las películas mudas de Sergei M. Eisentein lo mejor del cine (El acorazado Potemkin es considerada la mejor película de la historia del cine, aunque creo que esta afirmación es muy discutible) personalmente me inclino por su trilogía sonora dedicada a grandes personajes de la historia rusa como el zar Ivan el Terrible y Alexander Nevsky (san Alejandro Nevsky para nosotros).
Alexander Nevsky (1938) codirigida con Dmitri Ivanovich Vasilyev fue una película oportuna bajo el lema: «Quién visite la amada tierra rusa como invitado o como amigo, será bienvenido. Pero quien venga con la espada por la espada será abatido«. Advertencia dirigida a la Alemania Nazi que por aquellos años amenazaba invadir a la antigua Unión Soviética olvidándose de las experiencias tan desafortunadas de Napoleón Bonaparte, véase Guerra y Paz en cualquiera de sus versiones cinematográficas, y la encerrona del general Mikhail Kutuzovque le llevó al desastre. La historia se iba a repetir años después del rodaje de esta película pero con un alto número de vidas.
Mucha tinta ha vertido estos acontecimientos históricos y la figura de Josef Stalin, principal impulsor de estos proyectos, un jefe de estado que en su día fue mitificado, luego considerado un auténtico monstruo, pero que consiguió convertir a la Unión Soviética en la segunda potencia mundial y neutralizar a los mismísimos Estados Unidos de Norteamérica.
La película, protagonizada por el gran Nikolai Cherkasov (de quien podemos ver su excelente versión de Don Quijote de la Mancha en DVD), un coloso de 1’98 metros de estatura y actor predilecto del dictador ruso. Sobresale su potente timbre de voz que es impresionante. En su filmografía una versión de Los hijos del capitán Grant (1938) que en la versión Disney de 1962 interpretó Maurice Chevalier. En el mismo año fue Billy Bonns en una versión soviética de La isla del tesoro que no hay forma de visionar.
Comunista del ala dura cuando falleció en 1966 se le enterró en el cementerio del monasterio Alexander Nevsky en San Petersburgo creado en memoria de su popular interpretación que obtuvo tal éxito que, desde entonces, este santo aparece con la imagen del actor soviético. Aquí no juzgamos su trayectoria política por no considerarlo de mi competencia, pero sí su carrera interpretativa que es de gran calidad vistas las películas que han llegado hasta nosotros.
Junto a la música del genial Sergei Prokofiev y la fotografía de Eduard Tissé, uno de los mejores en la Historia del Cine, la película su fuerza épica y detalles inusuales en la filmografía de Eisenstein. Del protagonismo colectivo de unas masas pasamos a ver las batallas a través de un héroe nacional.
Para mi la mejor secuencia es cuando ha terminado la batalla y los heridos gritan nombres de mujer, su esposa, su madre, su hija o su hermana. Un momento de inusual belleza en que vemos a los héroes caídos en un gran gesto de humanidad que los convierte en seres más próximos, más cercanos.
Nevsky además es justo. Al acabar la batalla perdona a los soldados rasos por considerar que no tienen culpa de nada ya que fueron obligados al campo de batalla. Resaltemos la tétrica presencia de los monjes teutones presentados como siniestros cuervos de mirada cejijunta. También se ven amoríos, inéditos en la filmografía del gran cineasta ruso.
Pero la batalla sobre el lago helado, en pleno y crudo invierno, pasará a los anales de la cinematografía por su perfección. Esos planos de los caballeros teutones hundiéndose sobre el hielo arrastrando la capa por la superficie rota son los más logrados en cine histórico y bélico.
De la épica revolucionaria hemos pasado a la épica nacional, la Madre Patria, la Madre Rusia con su tono melancólico y triste propio de la cultura de este país y que es evidenciado en su literatura.
A pesar del tiempo transcurrido Alexander Nevsky conserva sus valores, aunque ya haya desaparecido el Estado que le hizo posible. Como diría Charlie Chaplin en El gran dictador, los dictadores pasarán. El tiempo dejó a cada cual en su sitio. Su enorme poder ha quedado en nada y el marxismo no consiguió sus objetivos de transformar el mundo porque el capitalismo le venció, un capitalismo feroz y salvaje que provoca crisis económicas y hambre y miseria.
El sueño se desvaneció en la nada tal vez porque no se supieron asumir sus múltiples contradicciones.
El arte de Eisenstein, Tissé y Prokofiev ha sobrevivido al paso de los tiempos. Un cine mucho más personal que el que vemos habitualmente y que a los cinéfilos nos sigue interesando.
San Alejandro Nevsky

Catedral de San Alejandro Nevsky en Sofía (Bulgaria)

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