La legión invencible (John Ford 1949) 1

EL OESTE SEGÚN FORD

En este blog se publicó hace años “Fort Apache” (“Fort Apache”, 1948), de John Ford, primera de las películas de la llamada “Trilogía de la caballería”. “She Wore a Yellow Ribbon” (“La legión invencible”, 1949) es la segunda. La tercera es “Rio Grande” (“Río Grande, 1950).

Nadie ha filmado mejor que Ford un baile, un tipo hablando a una tumba, unos jinetes cruzando un río, la vejez, la soledad, la desilusión, la familia alrededor de la mesa, los entierros, las cocinas, el amor, los crepúsculos, el pocillo de café junto a la hoguera, las brumas, el deber, el cielo, el amor, los rostros, los caballos, las barras de los bares y esta cosa tan manida que se llama existencia” (José Luis Garci, director de cine)

She Wore a Yellow Ribbon” es una película producida por Merian C. Cooper y John Ford (los dos socios de Argosy Pictures), dirigida por John Ford en 1949 y distribuída por R. K. O. En España la bautizaron como “La legión invencible” — jalón intermedio de la llamada “Trilogía de la Caballería”— precedida por “Fort Apache” (“Fort Apache”, 1948) y seguida de “Rio Grande” (“Río Grande”, 1950) aunque Ford nunca pensó en hacer un tríptico relacionado temáticamente. “Fort Apache” también es de Argosy para R. K. O. y “Río Grande”, de Argosy para Republic. Las tres se sustentan en los relatos breves de James Warner Bellah.

I)- PREPARACIÓN
John Ford entró en la II Guerra Mundial para filmar batallas y operaciones militares. Estuvo en muchos de los frentes: el Pacífico, Birmania, norte de África, Normandía, Berlín y en los campos de exterminio. Sus documentales son excelentes: recibió un Óscar al mejor documental largo) por “The Battle of Midway” (“La batalla de Midway”, 1942) — donde fue herido, su profesionalidad en primera línea de fuego le hacía correr un gran riesgo, finalmente perdió un ojo según narró él mismo — de una precisión, magnificencia y realismo insuperables (a pesar de lo espeluznante que estaba filmando: los horrores de la guerra) sin olvidarnos de la contribución del fotógrafo Gregg Toland y el equipo de eficaces y fieles colaboradores de quienes siempre se rodeó y otro por “El 7 de Diciembre” (como el mejor documental corto) en 1943. Antes de la guerra había intentado entrar en la Armada pero fue rechazado por su deficiente visión (antes de perder el ojo izquierdo). A pesar de esto adoró siempre la vida marinera y en su ratos libres se embarcaba en su yate Araner pero en la guerra ingresó al servicio de la Armada de los Estados Unidos — quizás no de la forma deseada por él — en el departamento de filmación sobre acciones bélicas (1).
Al terminar el conflicto volvió a Hollywood para realizar un film que debía a MGM: “They Were Expendable” (“Nunca fuimos imprescindibles”, 1945), con John Wayne y Robert Montgomery, sobre la época en que el ejército americano es derrotado temporalmente por los japoneses en Filipinas: sacrificios y esfuerzos de unos oficiales de Marina para demostrar la utilidad de las pequeñas lanchas torpederas desechadas, en principio, por los superiores. Visión poética de un film estrenado después de la guerra que no interesó mucho y fue acabado por el actor Robert Montgomery al caer Ford de un andamio y romperse la pierna izquierda. Al año siguiente (1946) hizo un gran western para la 20th Fox de Darry F. Zanuck: “Pasión de los fuertes”, comentado aquí. Zanuck admiraba a Ford pero caían en frecuentes discusiones por su forma nada convencional de rodar y su deseo total de independencia creativa (recordemos la continua guerra de Zanuck con Otto Preminger). Ford para evitar interferencias fundó su propia productora al igual que Leo McCarey, Alfred Hitchcock,William Wyler, Frank Capra o George Stevens y al igual que estos tuvo que disolverla tiempo después (el trabajar con las grandes compañías tiene sus inconvenientes pero también sus ventajas). Con su amigo Merian C. Cooper (1894- 1973) inauguró la Argosy Pictures con la cual nos dio grandes películas, entre ellas la llamada “Trilogía de la Caballería”. Merian Caldwell Cooper, aviador, aventurero, guionista, productor y director cinematográfico, fue el coautor con Ernst Beaumont Schoedsack, entre otros títulos, de los inolvidables “King- Kong” (productor y codirector, 1933) y de “El malvado Zaroff” (productor, 1932). En 1940 Ford había dirigido una producción de Walter Wanger ya con el nombre de Argosy: “The Long Voyage Home” (“Hombres intrépidos”), un drama de la I Guerra Mundial de Eugene O’Neill que Ford prefirió localizarlo a principios de la II Guerra Mundial (en blanco/negro y distribuída por United Artists) pero oficialmente Argosy Pictures (Ford y Cooper, productores) se inauguró en 1947 con “The Fugitive” (“El fugitivo”), según la obra de Grahan Greene, sobre un sacerdote con dudas y faltas dentro de su ministerio que es perseguido por un gobierno anticlerical al máximo de un país imaginario (aunque se sobreentienda que se trata de México). Protagonizada por Henry Fonda, el film se estrelló en las taquillas pero Ford siempre lo consideró el mejor de su filmografía y siempre lo defendió cosa que nunca hizo con sus demás películas (en las entrevistas contestaba con evasivas o decía no recordar nada, en este punto el realizador fue muy ambiguo durante toda su vida profesional, 2). No, no es la mejor película de Ford pero si tiene momentos muy intensos y mereció mejor suerte en el campo comercial (al igual que la cinta tratada anteriormente, “El fantasma de la Ópera”, 1962, de Terence Fisher). Para reflotar a la casi hundida Argosy, Ford y Cooper pensaron en un western, género popular y con muchos números para ganar en taquilla o al menos no perder. Así nació “Fort Apache” (1948), la primera película de la llamada “Trilogía de la Caballería”, un gran éxito artístico y económico y por ello el western siempre fue género privilegiado, en Argosy y en casi la totalidad de la filmografía norteamericana aunque solo reconocido intelectualmente a partir de “La diligencia” (1939) de John Ford. Argosy produjo otros westerns como “Three Goddfathers” (“Tres padrinos”, 1948) y “Wagon Master” (“Caravana de paz”, 1950), ambas de Ford y no-westerns como la maravillosa “The Quiet Man” (“El hombre tranquilo”, 1952), una de las obres cumbres de nuestro hombre y “The Mighty Joe Young” (“El gran gorila”, 1949), de Ernest B. Schoedsack, con buena parte del equipo que creó “King- Kong”(Ford figura como productor aunque para nada intervino en la película) y con el histórico encuentro de Willis O’Brien con su alumno Ray Harryhausen, los grandes magos del stop motion o movimiento escena por escena.
La base literaria de la trilogía se debe a relatos cortos de JAMES WARNER BELLAH (1899- 1976). Nació en Nueva York, participó en la I Guerra Mundial con el ejército canadiense y en la II Guerra Mundial en Birmania para retirarse con el grado de coronel. Describía bien la vida militar, los cuarteles, la caballería, los territorios salvajes, los colonos blancos, los choques con los indios de forma escueta y comprimida aunque no fuera muy valorado como escritor pese a estos puntos positivos (3) y parte de esta causa era su consideración sobre los indios como salvajes sanguinarios a los que se debía exterminar. En las antípodas de lo mostrado por Ford el cual ofrecía el choque de las dos culturas y la injusticia al serles robados a los pieles rojas sus tierras y su dignidad llevándoles a la extinción. Los desacuerdos y discusiones fueron numerosas para venir luego la reconciliación con el alcohol puesto que ellos recobraban la amistad (o, al menos, el entendimiento para sacar adelante una película) mediante una borrachera. Las declaraciones del hijo del coronel Bellah — no debía haber buenas relaciones padre- hijo — refuerza lo anteriormente dicho: “Mi padre era un fascista, un racista y un notorio intolerante”. Ford tomaba la idea como punto de partida pero el menaje era todo lo contrario. Bellah intervino en el guión de dos obras fordianas fuera de la trilogía: “El hombre que mató a Liberty Valance” (1962) y “El sargento negro” (1960) en donde quería presentar un heroico soldado negro a la contribución de la nación americana y que Ford desvió en un alegato antirracista (el hecho de ser de raza negra hace más galopante y furiosa la acusación de violación y crimen que él no ha cometido).
Sobre estos argumentos Frank S. Nugent escribió el guión de “FORT APACHE” (según el relato “Massacre”/”Masacre”), el mismo Nugent (bastante habitual en Ford) y Laurence Stallings pergeñaron “LA LEGIÓN INVENCIBLE” según “War Party”/”Partida de guerra” junto con elementos de otras historias como “Command”/”Comando” y “Big Hunt”/”La gran cacería” además de una obra teatral comprada por Ford y en “RÍO GRANDE” James Kevin McGuinnes se basaba en “Mission with no Record”/”Misión inexistente” para componer el guión.
El tratamiento fotográfico es de una poesía efervescente y de un lirismo exacerbado, no solamente el mejor policromado de un western sino también uno de los mejores de la historia del cine. La fotografía de “Fort Apache” (Archie Stout) y de “Río Grande” (Bert Glennon) en un espléndido blanco/negro son muy acertadas pero la de Winton C. Hoch en un soberbio color para “La legión invencible” — al ser la película más reposada y más íntima — realza la belleza formal de los encuadres (siempre en función de la puesta en escena, de la narrativa fílmica). Recordemos las discusiones entre Ford y Hoch pero el realizador valoraba al fotógrafo y quería contar con él: Hoch le dejaba un rótulo con la palabra “Protesto” pero quien manda es el realizador y la escena se hizo según Ford. Consecuencia: el cámara ganó un Óscar a la mejor fotografía (él mismo lo reconoció según declaraciones). Inolvidables algunas escenas dentro de Fort Starke, la visita del capitán Nathan Brittles (John Wayne) a la tumba de su esposa y sus hijas (fallecidas años atrás a causa de la viruela), la operación a vida/muerte de un soldado dentro de un carromato en medio de una tormenta, la salida de las tropas al amanecer. Ford manifestó siempre su admiración por Frederic Remington (1861- 1909), pintor, escultor, escritor e ilustrador especializado en escenas de la historia del Oeste estadounidense y siempre le dedicaba — de una forma u otra, en más o menos, en un momento u en otro — un recuerdo al filmar sus películas. “Fort Apache” y “Río Grande” rinden homenaje a Remington (más la primera) pero “La legión invencible”, con la exuberante paleta de colores propia de Winton C. Hoch, se acerca más a las composiciones remingtonianas. El Plano General muy usado por Ford en esta cinta es prácticamente una pintura en los colores, la situación de las figuras en el panorama y el dividir el cuadro/la pantalla en dos partes: el horizonte — especialmente el situado en Monument Valley — es el eje separador de la composición: el cielo azul y soleado (en bastantes ocasiones) y los personajes incrustados en el paisaje. Esta estética preciosista jamás es gratuita, nunca es demostración de academicismo vacío para sorprender al espectador o demostrar el dominio técnico sino que está totalmente en función de los personajes y del dramatismo de la historia.
Brilla a gran altura el manejo de actores, especialmente el protagonista, el capitán Nathan Brittles, con un John Wayne — con los cabellos y el bigote encanecidos, el militar es un hombre a punto de jubilarse — en una de sus mejores interpretaciones. Ford aún no creía del todo en él como actor (pese a haber trabajado juntos en algunas ocasiones) pero a partir de “Río Rojo” (1949), de Howard Hawks (Ford estuvo presente en le rodaje), cambió de opinión.

Continuará…

Narcís Ribot Trafí

 

 

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