EL IMPERIO ASTROHÚNGARO
PARÍS – TOMBUCTÚ. Título original: París – Tombuctú. Año: 1999. País: España. Dirección: Luis García Berlanga. Reparto: Michel Piccoli (Michel des Assantes), Concha Velasco (Trini), Amparo Soler Leal (Encarna), Juan Diego (Boronat), Eusebio Lázaro (Vicente), Javier Gurruchaga (Gaby), Santiago Segura (El Cura), Fedra Lorente (Benilde), Antonio Resines (Ciclista), Guillermo Montesinos (Planas), Sophie Evans (Chica Nudista), Pilar Punzano (Zou Zou). Guion: Luis García Berlanga, Jorge Berlanga, Antonio Gómez Rufo, Javier G. Amezúa. Música: Bernardo Fuster, Luis Mendo. Fotografía: Hans Burmann. Duración: 107 minutos. Anola Films, Calabuch Films, Freedonia.
Luis García-Berlanga Martí (Valencia, 12 de junio de 1921-Pozuelo de Alarcón, Madrid, 13 de noviembre de 2010) es sin duda el adalid del cine español. Su cine a veces es incomprendido fuera de nuestras fronteras porque cada imagen están impregnadas de españolidad. Sus películas rodadas en suelo extranjero como La boutique (1967) y Tamaño natural (1973) se ven desubicadas y extrañas frente a obras como La vaquilla o El verdugo que rezuman esa alma salvaje y celtíbera de vividores corruptos, catetos que buscan sobrevivir a toda costa.
Debutó con Esa pareja feliz (1951) siguiendo grandes éxitos como La escopeta nacional (1978) y se despidió del cine con París – Tombuctú (1999). El Generalísimo Franco comentó una vez que Berlanga era un gran director pero un mal español. Un cineasta que denuncia los vicios de nuestro pueblo con películas entrañables, llenas de vida. Toda una lección de cine y de cultura.
París – Tombuctú es el canto del cisne de un gran realizador. No tiene la fuerza de sus grandes películas que le dieron fama y prestigio. Michel Piccoli es un médico parisino que huye de su realidad. Viajando en bicicleta pasa por Calabuch (el pueblo de la película de 1956, en realidad Peñíscola), teniendo un accidente descansa unos días conociendo una gente extraña y pintoresca.
Es el país esperpéntico, extraño y escasamente civilizado lleno de paletos ignorantes. No es una obra maestra, lejos estamos del Calabuch original que tenía más fuerza, más vida. Pero es ciertamente un auténtico Berlanga con sus sabrosas anécdotas.
Es una película nostálgica y algo triste. Muy melancólica a veces. Pero tiene amor por el cine y por la vida. La España de pandereta vista por un francés estupefacto. Asombrado por tanto dislate junto.
Es el fin de un milenio y de su siglo, el desastroso siglo XX que da pie al calamitoso XXI que aún es peor.
Una película bonita, menor pero agradable. Estupendo plantel de actores que dan lo mejor de sí, como siempre.